Los Premios Nobel se entregan todos los años y reconocen a los profesionales destacados que lograron importantes avances en sus respectivos campos: química, medicina, física, literatura, y promoción de la paz. Son de los más importantes porque honran a aquellas personas que realizaron contribuciones al bienestar humano, por lo cual muy pocas personalidades pueden jactarse de tener uno. Su relevancia es tal, que desde las primeras entregas inspiran a jóvenes a perseguir sus pasiones para convertirse en los líderes del mañana.
No han sido muchos los latinoamericanos galardonados con un Nobel por sus aportes a la química, física o medicina. Por eso, si te interesa conocerlos en profundidad, aquí te hablaremos sobre los 5 destacados: Leloir, Molina, Houssay, Benacerraf, y Milstein.
Luis Federico Leloir
Leloir técnicamente nación en Francia el día 6/9/1906, pero su familia decidió trasladarse a Argentina cuando tenía apenas 2 años. Consiguió su Doctorado en Medicina en 1932 en la Universidad de Buenos Aires, mismo lugar en el cual trabajó con otro Nobel, Bernardo Houssay. Junto a su mentor empezó a investigar sobre carbohidratos y el metabolismo, algo que pronto cambiaría la historia de la química.
Se desempeñó en laboratorios de renombre mundial, como el Laboratorio de Bioquímica de Cambridge o el del Dr. Carl Lori localizado en St. Louis. Dirigió el Instituto de Investigaciones Bioquímicas y allí mismo llevó a cabo, junto a colaboradores, avances para comprender la naturaleza de los azúcares. Aportó a la humanidad al purificar y dilucidar el metabolismo de azúcares vitales en la vida del humano, como el glucógeno, la sacarosa y glucosa.
Mario J. Molina
El segundo (y último) ganador del Nobel de Química latinoamericano es el mexicano Mario José Molina, nacido en México Distrito Federal el día 19/3 del año 1943. Ya desde muy chico mostraba su pasión por la ciencia, más específicamente por la química. Se graduó de la UNAM a los 22 años, lo que le permitió lucir su título de Bachiller en Ingeniería Química a corta edad. Con 24 años ya tenía títulos de posgrado en Alemania y California.
1974 fue un año clave para él y su colega, el científico Frank Rowland, pues publicaron uno de los papers más relevantes en la historia de la química que les valdría una gran cantidad de premios años más tarde. Para poner en contexto, en aquella época la industria usaba mucho clorofluorocarburos (CFC), pero Molina y Rowland descubrieron que era algo altamente destructivo para la capa de ozono.
Desde 1974 hasta 2004 se desempeñó como profesor de química en universidades altamente prestigiosas a nivel mundial, como el célebre MIT o la Universidad de California. Recibió muchos premios y honores, siendo el Nobel de 1995 (compartido con Rowland y Paul Crutzen) el más resonante.
¿Y de ciencias en general?
Como sólo 2 destacados profesionales latinoamericanos tuvieron la dicha de hacerse con un Nobel de Química, resulta importante mencionar a aquellos que aportaron a la ciencia en su conjunto: Houssay, Benacerraf y Milstein.
Bernardo Alberto Houssay
El argentino Bernardo Houssay nació en el 1887 y falleció en 1961. A la edad de 14 años ingresó a la carrera de Farmacia en el UBA, universidad en la cual obtendría un título de grado tan sólo 3 años después. Luego de eso decidió continuar con sus estudios arrancando Medicina. Antes de recibirse de médico ocupó un cargo en el Departamento de Fisiología, sitio en el que llevó a cabo su tesis sobre la glándula pituitaria (que seguiría investigando toda su vida). Fundó el Instituto de Biología y Medicina Experimental.
Trabajó en casi todas las áreas relacionadas a la fisiología humana aunque su interés siempre estuvo puesto en las glándulas endocrinas. Buena parte de su tiempo lo pasó estudiando sobre la hipófisis, adquiriendo conocimiento que serviría para comprender mejor el metabolismo de los carbohidratos y la relación con la diabetes.
Creó más de 500 papers científicos y libros académicos. Se encargó de promover la educación y actividad científica en Argentina y, además, fue el primer director del CONICET. Ganó el Nobel de Fisiología o Medicina en 1947.
Baruj Benacerraf
El venezolano Benacerraf nació en 1920 y falleció en 2011. Su infancia y adolescencia fue muy inestable porque tuvo que migrar a diferentes países hasta que, en 1940, se asentó en Estados Unidos. Tras 2 años obtuvo su Bachiller en Ciencias en la Universidad de Columbia. Por su origen y etnia fue discriminado al arrancar su doctorado en Medicina, pero consiguió el doctorado en el Medical College de Virginia.
Empezó sus estudios sobre alergias en 1948 que, sin buscarlo, serían el puntapié inicial para obtener numerosos premios en los años siguientes. Sus principales inquietudes se basaban en el sistema inmune y su modo de funcionamiento. El descubrimiento más grande es el de la histocompatibilidad, que son un grupo de genes involucrados en la respuesta inmune y directamente relacionados con la aceptación o no de órganos tras un trasplante.
Al descubrir la naturaleza y causa de la compatibilidad, en 1980 ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina. Lo compartió con otros grandes científicos: Jean Dausset y George Snell.
César Milstein
Milstein es el tercer argentino de la lista, pues nació en la zona sur de la provincia de Buenos Aires en el año 1927. Obtuvo el doctorado en Bioquímica en la UBA y su tesis se centró en los estudios cinéticos de la enzima aldehído deshidrogenasa. En 1958 decidió ir a Inglaterra para seguir sus estudios en Cambridge, lugar en el cual conoció a uno de los pocos capaces de obtener un Nobel en más de una oportunidad: Frederick Sanger.
La principal línea investigativa que le permitió ganar el Nobel de Fisiología o Medicina en 1984 se centró en la estructura y química de los anticuerpos. Junto a otros colegas descubrió su relevancia en las defensas del cuerpo. En 1975 desarrollaron la técnica del hibridoma para obtener anticuerpos monoclonales, algo que generó un quiebre en la ciencia y medicina. Jamás patentó su descubrimiento pues consideraba que era propiedad de la humanidad.